Queridos Reyes Magos, estéis dónde estéis:
Este año no he sido ni el mejor hijo, ni el mejor hermano, ni el mejor amigo siquiera. Es decir, no he sido todo lo bueno que los de mi alrededor se merecían tener a su lado. Así que entendería perfectamente que no quisierais verme ni en pintura, ya que creo que lo de “ser un niño bueno” no lo he captado como debería.
Me gustaría que esto lo leyerais con detenimiento y no a la ligera, como todas las cartas que supongo que recibiréis, puesto que esto no es una carta cualquiera. Quiero disculparme por todo lo que ha hecho que este año haya podido defraudar a más de una persona, ya que no ha sido mi intención. Y en el caso de que haya podido hacerlo (que seguro que encontráis más de un momento del año en el que ha pasado), con esta carta me quiero disculpar por haberlo hecho.
No quiero echar la vista atrás, puesto que lo que he hecho no lo puedo cambiar. No poseo una máquina del tiempo, así que, tras una noche de fin de año de reflexiones largas y profundas, he decidido que este año os pido antes que cualquier cosa material, dos cosas principalmente. La primera, empatía. Toneladas de empatía para poder mejorarme a mí mismo. Porque sé que es muy fácil echar la culpa a los demás, y pensar “que mejoren ellos”; pero lo realmente difícil es querer ser uno mismo una mejor persona.
La segunda cosa, es responsabilidad, puesto que me falta en muchos aspectos de mi vida. Y esto que pido no hace falta explicarlo mucho, porque salta a la vista
Supongo que es suficiente… Se puede decir que voy manco de empatía y cojo de responsabilidad, así que antes que seguir mutilando mi personalidad, prefiero reconstruirla.
Un saludo,
Yo
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