Ambos sabemos que no vas a leer esto. Quizá tardes un par de párrafos más, pero entonces cerrarás la ventana del blog y, simplemente, te pondrás a hacer otra cosa. Evidentemente, es culpa mía. Totalmente culpa mía.

jueves, 27 de octubre de 2011

Más que estupidez

Bajo la lluvia de la desesperación y la soledad, uno se olvida de cómo era eso de “vivir”. Lo único para lo que sirve una oscuridad sensorial de este calibre es para acentuar mis ganas de desaparecer, de irme todo lo lejos que pueda, sin despedidas dedicadas a las lágrimas y sollozos. Y hay muchos sitios a los que ir, pero el más lejano se encuentra, paradójicamente, a dos metros. Bajo tierra.

Siempre he odiado el pesimismo absurdo, pero cuando a uno le invade esta sensación se le viene encima un alud de cuestiones sobre la vida que esté llevando. Sus principios, sus gustos, su futuro,  la gente de la que se rodea… Pero sobretodo, sobre uno mismo. Las cuestiones sobre uno mismo son, para mí, las más complicadas de contestar. Me es muy difícil juzgarme a mí mismo, si hay veces que me cuesta hasta reconocerme.

Ojalá pudiera evitar pensar. Es a veces tan inútil, una pérdida de tiempo tan absurda... Imaginar situaciones que nunca se darán, crear expectativas que no se cumplirán, evocar recuerdos que nunca volverán… Continuamente me arrepiento de las propias construcciones que mi mente hace sin mi permiso. Se burla de mí, haciéndome creer que podré coger mis ilusiones y hacerlas realidad, presumiendo de que al fin he podido jugársela.

Lo que yo no sabía es que estaba echando una partida a la Vida contra un adversario que va dos o tres jugadas por delante de mí.

Y sigo apostando como un estúpido, mientras juego a mano descubierta.

http://www.youtube.com/watch?v=_7eD2Gy8uKg

No hay comentarios:

Publicar un comentario