Ambos sabemos que no vas a leer esto. Quizá tardes un par de párrafos más, pero entonces cerrarás la ventana del blog y, simplemente, te pondrás a hacer otra cosa. Evidentemente, es culpa mía. Totalmente culpa mía.

jueves, 26 de enero de 2012

Y vestía de negro otra vez

Estaba sentada en el sillón de aquel burdel de lujo que, por los problemas en la relación con mi mujer, yo frecuentaba. Es triste dejar de amar a alguien con quien se comparte la vida, aunque haya un fruto de ese amor marchito; un fruto que vive, tiene nombre y te llama “papá”.

Pero es que hay una fuerza que tantos infieles conocen, que vence al amor, y es el deseo, y yo deseaba a esa mujer, de tez blanca y vestido negro. Me atraía su mirada oscura, su melena, que se precipitaba desde su cabeza hasta deslizarse delicadamente por su espalda. Solía llevar guantes largos, que dejaban ver sus dedos, delgados y huesudos, acabados en aquellas uñas lacadas en negro, que sostenían siempre un cigarrillo con delicadeza y sensualidad.

Su aroma era indescriptible, acorde a su belleza. Lo percibía cada vez que me acercaba a ella, ya fuera por un cruce o por una aproximación voluntaria por mi parte, a fin de sentir su presencia. De facciones delicadas, ojos ligeramente maquillados, siempre de oscuro, y labios negros, aquella mujer despampanante me hipnotizó meses atrás, la primera vez que la vi. Solamente con dirigir los ojos hacia ella, reinaba el erotismo.

No había hablado nunca con ella, hasta esa noche. Mirándome, se incorporó, estirando sus hermosas piernas, que parecían interminables, pero que remataban sus tétricos tacones negros. Caminó hacia mí, con el cigarrillo en la mano encendido, y se sentó en el elegante sofá donde yo me encontraba, tan cerca de mí que su fina piel rozaba la mía, causándome un escalofrío que me erizó hasta el último pelo del cuerpo, concibiendo una sensación que rayaba el orgasmo.

No me dijo nada, mientras yo intentaba ridículamente hacerme el despistado. Buscaba en mi memoria recuerdos en los que ella aparecía, siempre de negro, con una actitud depresiva y poco esperanzadora, recordándome a la Luna, sola y hermosa.

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