Ambos sabemos que no vas a leer esto. Quizá tardes un par de párrafos más, pero entonces cerrarás la ventana del blog y, simplemente, te pondrás a hacer otra cosa. Evidentemente, es culpa mía. Totalmente culpa mía.

martes, 8 de enero de 2013

Estocolmo

   —   Para, por Dios. ¡Para de una vez, hijo de puta!

En el suelo, más frío que nunca. Él con la mano apretando su muñeca con una fuerza desmedida. Ella llorando de rabia, de dolor. Despeinada y descalza.

   —   Eres una cría estúpida. ¡Estúpida! No tienes ni puta idea de la vida.

   —  ¡Suéltame! —su grito derrumbó el aire del comedor. Desde el suelo, intentó darle varias patadas en los testículos y las piernas.

Se levantó, y entre sollozos, corrió hacia el teléfono fijo, porque su móvil ya lo tenía él.

   —   ¡Voy a llamar a la policía!

No le dio tiempo, la línea estaba ocupada. Y es que él había cogido el otro teléfono, lo descolgó y se lo guardó en el bolsillo de atrás de los vaqueros. Sonaba la voz robotizada del contestador con los sollozos de desesperación de ella.

   —   ¡Cabronazo hijo de puta!

Se abalanzó sobre él, dándole varios puñetazos y patadas. Él la inmovilizó y la proyectó contra el sofá, sentándose encima. Apretaba los dientes, haciéndolos rechinar como una puerta mal engrasada.

   —   ¿Cómo vas a llamar a la policía? ¿Eh? ¿EH? ¡Si no tienes puta idea ni del número!

Ella lloraba y lloraba. Él se acercó a darle un beso, mientras la aprisionaba con su cuerpo. Ella se apartó, y tras su insistencia, se liberó una mano y le agarró de la cara con las uñas, dejándole una marca enrojecida de la que se escaparon unas gotas de sangre. Él estalló de ira. Apretó su cara con las manos, y se acercó a su oído. Ella temblaba y lloraba.

   —   No me vuelvas a tocar en tu puta vida. ¿Me entiendes? En tu puta vida. Y si me tocas, te reventaré la cabeza contra el puto suelo y dejarás de llorar.

Apretó su cabeza contra el sofá de forma que no la pudiera mover. Se acercó y besó sus labios. Ella tenía los ojos cerrados con fuerza, la boca cerrada y los ojos goteando. Él le acarició el pelo, y  ella le escupió en una mejilla.

   —   Eres un hijo de puta —gimió entrecortadamente.

Él le cogió un pecho y se  lo apretó hasta que ella gritó. Siguió retorciéndolo hasta que ella empezó a darle patadas de nuevo desde su poco privilegiada posición. Él dejó de apretar y ella se quedó tendida en el sofá, llorando sin consuelo y murmurando todo tipo de insultos. Él se levantó, buscó su paquete de Marlboro y cogió un cigarrillo. Salió al balcón y, volviendo la mirada de vez en cuando hacia el interior del salón, fumó. No quería perderla de vista, por si se movía de allí. Dejó el cigarrillo a medias en el cenicero del balcón y entró dentro. Se sentó y la cogió en sus brazos. Ella no pudo apartarse, no tenía fuerzas.

   —   Te quiero. Te quiero. Te quiero.

2 comentarios:

  1. Odio esta entrada, una historia falsa y no me ha gustado nada.

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  2. Si el titulo de "Estocolmo" viene de "Esto es el colmo" he entendido la entrada, si no... ya me lo explicaras.

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