Ambos sabemos que no vas a leer esto. Quizá tardes un par de párrafos más, pero entonces cerrarás la ventana del blog y, simplemente, te pondrás a hacer otra cosa. Evidentemente, es culpa mía. Totalmente culpa mía.

viernes, 18 de noviembre de 2011

Mi preferida

Allá afuera parecía que se estuviera deshaciendo el cielo.

Entré empapado en aquél suntuoso bar de carretera, después del paseo desde el local de ensayo, llevando la guitarra con una mano y  llevando a rastras mi dignidad con la otra. Me limpié las botas en el felpudo y, sin prisa, me acerqué a la barra. Pedí dos whiskys.

La camarera me los sirvió lentamente con una pícara sonrisa grabada a fuego en sus rojos labios,  dejando derramar aquél licor sobre los hielos que me puso en los vasos. No sé cómo no los derritió con el calor que me estaba transmitiendo. Al acabar, se dio  la vuelta, permitiéndome ver el tatuaje de una serpiente en su espalda casi descubierta, y su corta falda de cuero, que no hacía más que provocarme. La muy zorra.

Me los llevé al fondo, en el sillón donde ponía “reservado”. La luz de los neones casi no llegaba a aquél rincón. Dejé la Telecaster apoyada en el suelo, dentro de su funda, y los dos vasos en la mesa que tenía enfrente. Empecé a echarle unos breves tragos al primero. Estaba ya bastante frío. Me quité la chaqueta y la colgué en una percha al lado del largo sillón. Pocos minutos después, la impresionante señorita de la barra se acercó y tomó asiento muy cerca de mí. Me susurró algo al oído que no recuerdo, y me dio un sutil lametón en la oreja. Me giré hacia ella y miré sus claros ojos, que lucían acompañando a su anaranjada melena. Parpadeaba en la tenue luz el pendiente que llevaba en la nariz. Le dio un trago al otro vaso. Me dio la impresión de que haría falta.

-  Eres la más puta que hay en este sitio – dije.

Me aguantó la mirada, y sonrió, dejando entrever su blanca sonrisa. Sacó sensualmente su lengua y rozó mis labios con ella. Se acercó a mi oído y me volvió a susurrar algo:

- Y a ti te encanta.

Fuera seguía escupiendo el cielo toda la tristeza que le sobraba, inundando las calles. Tenía un pacto con las nubes: ellas tenían que hacer lo posible por no dejarme salir de allí, y yo a cambio les prometí que les escribiría una canción.

http://www.youtube.com/watch?v=L3zMbvleA1A&ob=av2e

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