Ambos sabemos que no vas a leer esto. Quizá tardes un par de párrafos más, pero entonces cerrarás la ventana del blog y, simplemente, te pondrás a hacer otra cosa. Evidentemente, es culpa mía. Totalmente culpa mía.

sábado, 31 de marzo de 2012

"Love, love, love"

- ¡Pero si tú ni te acuerdas de lo que es el amor!
- Claro que me acuerdo. Hubo una vez…
- ¿Una vez que qué? –le interrumpió ella- ¿Una vez que te fijaste en el color de los ojos de la tía antes de tirártela?
- Eh, perdona, yo puedo ser muy romántico si me da la gana.
- Pues a mí en la vida me has demostrado que puedas serlo…
-Porque no me has dado motivo –se rió.

 (Hubo una pausa. Entre ellos dos había una mesa, un par de tazas de café y una risa tras otra. Ella continúa.)

- Mira mis padres: treinta años casados, y dos mil millones de dificultades que han superado juntos. Eso sí que es amor.
- O que la hipoteca se los comería si se divorciaran -dijo él, dejando escapar una sonrisa irónica.
- Qué imbécil eres…
- Venga ya, todas esas historias de amor que me cuentas son copias las típicas americanadas de sobremesa. Los príncipes azules se quedan viendo el fútbol antes de invitar a sus princesas a cenar. Además, el amor es una ilusión. Hay una hormona en el cerebro…
- ¿Qué dices? –Le volvió a cortar- El amor está ahí, ya lo decían aquellos en los ochenta: Love is in the air. Si no, ¿qué? ¿Es todo por follar? ¿Me estás invitando a un café para echar un polvo?
- Y me está saliendo demasiado caro–ambos rieron, y después, trató de contestar –A ver, sí, yo me puedo sentir muy a gusto con una tía, y si encima está tan buena como tú…
- Va, no me jodas.
- Pero de ahí a pasarte toda la vida junto a alguien porque “os amáis locamente, igual que en la primera cita”… Me parece un tanto surrealista. ¿O qué?

(Ambos callan. ¿Se había dicho todo? No, ella retoma.)

- Tú ya sabes lo que yo siento y sabes lo que quiero. Pero lo que no sé es qué se pasa por tu cabeza ahora. Me parece que te estás haciendo el loco.
- Qué romanticona, ¿eh? ¿Y qué sientes?
- Que eres un gilipollas.
- A ver, si yo también sé lo que siento, lo que no sé es hacértelo saber. No eres un polvo más…
- Oh, Dios, ¡menudo honor!
- Te estoy intentando hablar en serio.
- ¿Por primera vez en tu vida?
- Quizá. –Él se quedó mirando su taza, con una leve sonrisa en la boca. Hubo un silencio.
- Pues sin saber cómo, me los has hecho saber.
- ¿El qué? ¿Lo que siento o que hablo enserio?
- Lo que sientes.
- Eso es que se me nota mucho. –Paró – Y si ya lo sabes, ¿para qué me metes en esto? ¿Para putearme?
- Para que me lo digas tú; a lo mejor no es lo mismo que lo que yo pienso.

(Se volvió a hacer el silencio durante un largo rato. Él cogió la taza y la acercó a sus labios, y dio un breve sorbo. La miró y dijo:)

- Sí, te quiero.

(Ella rompió en una carcajada. Cesó, le miró y, aún sonriéndose, le dijo:)

- ¿Ves? No era tan difícil, ¿a que no?
- Me las busco bien tontitas, ¿eh?

(Él dibujó una sonrisa, y se quedó mirándola fijamente, pero ella tuvo que desviar el contacto visual. Rió y pegó un sorbo al cortado. ¿Qué demonios era eso?)

6 comentarios:

  1. Sobra algún taco. ¿Acaso no se puede describir el griterío mediante susurros?

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  2. Es un registro coloquial-vulgar... Una conversación entre jóvenes que no esperan que sus palabras sean transcritas y publicadas en un blog.

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  3. Jejeje!!Me encanta como escribes y tu lo sabes jeje!!tete!!
    Mu bonito!!

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