Quinientas noches de fianza te
dejo; luego empezaré a cobrarte cada sujetador en el suelo, cada sábana mojada
y cada gemido. Mi precio es el más bajo de todos: que dejes que te cobre a mi
manera. Rajaremos las lunas a disparos para que salga el sol a reñirnos,
diciéndonos que toca vestirse. No te llevaré el desayuno a la cama, porque tú
siempre te levantarás antes que yo. Además, no quiero que desayunes nada que no
sea mi cuerpo, que ya estará a tu lado tumbado.
Me he guardado el romanticismo
que pueda sacar fuera de ti y que te he ido escupiendo palabra a palabra. Me
atacan las ganas de provocarte en cualquier lugar para que se te coman las
ganas. Rodeados de gente, en los portales y parques, en la calle; da igual. Muy
poco me preocupa lo animal que me sienta, mientras sepa que a ti te amenaza la
misma vena. Tengo todas las facetas del hombre enamorado a la vez; es lo que me
hace tan adictivo, lo sé.
Y tenme miedo porque muerdo. De
no matar una mosca a pegar tiros en las sienes. Cuando me enciendo soy peligroso;
deja de importarme lo que haya entre ambos. Lo peor es cuando me quedo con las
ganas, a las puertas, porque las circunstancias no me son compañeras. Entonces,
dejo de maltratar tus labios con los míos y de jugar al escondite con tu
lengua; me separo y te muerdo de forma como inocente la punta de la nariz.
Lo peor de esta entrada, es que le estoy hechando imaginación... Y creeme me lo imagino y se me hace raro ^^ 2017.
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