Ambos sabemos que no vas a leer esto. Quizá tardes un par de párrafos más, pero entonces cerrarás la ventana del blog y, simplemente, te pondrás a hacer otra cosa. Evidentemente, es culpa mía. Totalmente culpa mía.

miércoles, 24 de octubre de 2012

(Sin título)

Esta es una entrada especial. Es una entrada que tiene nombre y apellidos. Es algo que no tengo por qué hacer, y lo sé. Además, es algo que puede dañar más que otra cosa. Los humanos, evidentemente, la cagan, cometen errores todos los días. Y a veces, son errores que no se pueden enmendar en una noche, ni con una entrada. Las palabras no sirven para demostrar nada, y eso es algo que he aprendido con el paso de los meses. Pero yo soy de los que pierden antes los zapatos y la cabeza que la esperanza.

He reventado el amor de un puñetazo. Me he cargado la confianza en una cama ajena, y ahora sólo me quedan esas palabras que se lleva el viento. Esas palabras de arrepentimiento que no se cree nadie, algo que me hiela la sangre. La sinceridad de las frases se contrasta con la calidad de los hechos, pero ha llegado un punto en el que no puedo actuar en su terreno; está vedado. He tenido la ocasión de aprovechar mis balas y disparar al corazón que yo quería, “con premeditación, alevosía, y más pena que gloria”. Pero las he lanzado al infinito, con los ojos vendados. Lo que voy a hacer es irme al infinito a pasear por toda su extensión, cabizbajo, buscando la bala que no halló objetivo, o que se encontró con uno equivocado, para volver a meterla en mi cargador y apuntar. Apuntar todo el tiempo que haga falta para no fallar. Para no volver a fallar. Sé cuál es mi diana, rubia teñida y ojos de marihuana, esos que te fumas una vez y quieres volver a probar. Tengo claro que los cien puntos del centro de ésta son suyos, son míos, son nuestros. Y no voy a renunciar a ellos sólo porque sea más cómodo no ponerse a buscar la bala perdida.

Los “te quiero” nunca van a ser suficientes. Aunque sean palabras, eso sí ha sido algo que he querido demostrar con los hechos. Las formas de manipular mi vida para hacerla coincidir con la suya, improvisando tantísimas veces; todas las noches que he llegado tarde a mi casa porque prefería estar con mi droga; las veces que la he echado de menos, que nunca está de más, padeciendo el peor de los síndromes de abstinencia. Esto no pido que nadie lo crea excepto ella, que no me podrá negar que ha sido nuestra realidad. Parece algo lastimero citar el pasado para hacer retumbar la consciencia, porque los buenos ratos son algo fácil de recordar. Pero los malos han sido muy malos. Ya se me concedió una oportunidad que ninguno de los dos veía viable, en un principio. Las pasamos muy putas, pero lo supimos vencer y tiramos hacia delante. Ha habido un sentimiento que ha crecido de forma exponencial, y en el que no puedo dejar de pensar. No se sabe lo que se tiene hasta que se pierde, y en los momentos en que lo he dado por perdido ha sido en los que me he dado cuenta de cómo es ese sentimiento. Algo que no cabe en un “te quiero”.

La vida no es justa, y por eso estoy buscando mi bala. Sí, juego con las palabras de una forma casi que engañosa, haciendo que quede todo precioso. Pero eso no significa que sea menos real. Eso no quita que quiera ser el amor de su vida.  Eso nunca ha quitado que quiera quemar mis horas con ella, aunque tiene otra razón para creer que no. Me he dejado la mitad de mis neuronas en decir “lo siento”, en balde. Ahora es cuando me toca actuar. Ahora es cuando tengo que luchar por lo que quiero, cuando he perdido todas las batallas y saco el último escuadrón para ganar la guerra. Es ahora cuando me toca demostrar, cuando parece que no hay nada que demostrar. Cuando todos le digan a ella que está completamente loca por seguir sintiendo lo que siente, incluida su propia cabeza. Cuando no quiera ni verme, porque no deja que mande su corazón. Ella es así, y la quiero porque es así. No va a haber nadie que la quiera como yo, ni en cantidad ni en calidad. Está claro que mi credibilidad está metida en un váter, y que tiene toda la lógica que tire de la cadena. Pero soy un cerdo y voy a meter la mano hasta recuperarla.

Quiero seguir con esto porque dije una vez que no le veía el final, y me niego a que sea éste. Espero que ella, en lo más profundo, sienta lo mismo. No podré influir en lo que quiera, pero puedo serle sincero. Puedo prometer, aunque mi palabra no sirva ni para dar de comer a las gallinas. Ella sabe lo que me arrepiento, aunque su raciocinio le quiera avisar de forma prudente; está curtida en mil batallas, y ella sí que ha aprendido, antes que yo. Me va a costar esperar, pero esperaré. Pero quiero que sea una espera, no un eufemismo para realmente mandarme a donde me merezco. Quiero quererla hasta que el cuerpo aguante, y se lo he dicho mil veces. No me veo capaz de volver a hacerle daño, porque de verdad que lo pasa fatal; no lo soporto. Y ser el motivo de ello, me quita el sueño, las ganas de acostarme y de levantarme. Sé que esto no es suficiente ni para resquebrajar mínimamente su dolor. Sólo quiero que me pueda perdonar, y es algo que no quiero dejar de pensar. Esa es la razón por lo que a esta entrada no me atrevo a ponerle punto final: porque ese final aún no lo ha escrito nadie, y no voy a ser yo, ni mucho menos, el que lo haga

1 comentario:

  1. En muchas cosas estoy contigo y se que sientes , dolor frustración etc.Pero si esto sea el final sentiras esto simpre, si luchas por ello habra una recuperación y logro, logro por haber recuperado a alguien que te importa de verdad y que no la kieres volver a perder. Si iges luchando lo conseguiras.
    (L)

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