Qué casualidad, ¿eh? Que tú y yo nos hayamos encontrado,
separado y reencontrado, y después, enamorado. La primera es que casualmente
coincidimos en no sé dónde por no sé quién —recuerdo ambas, pero están fuera de
contexto—, y después hubo un desencuentro, que culminó en nuestra conexión (tú
me entenderás). Después, ¿qué? Qué casualidad que me hubiera visto y conocido a
mí y ya no hubiera querido otro. ¿Por qué yo? Muss es sein? (¿Tiene que ser?); ¿por qué no podía ser otro, mucho más
apuesto, honrado y extraordinario? Es
muss sein! (¡Tiene que ser!), es él, es él, ¡por fin!
¿Pero yo qué hice, ante tanta casualidad? Darme cuenta de
las que aconteciéronme a mí. No ha habido
ninguna mujer (ni siquiera mi propia madre) que con una mirada me transmitiera
tantísimo en mi vida. La quise al instante por eso, por su forma de mirar, por
su forma de tenerme en sí. Por su forma de amarme con tanto silencio, porque lo
suyo es amor eterno; lo mío, su más grata correspondencia con un “sí, quiero” inmediato. Mi amor es mío, y
no hay más culos ni escotes en mi vida que los suyos. No hay más faldas cortas,
ni tacones altos, que no lleve ella. Y no hay más amor para nadie, porque lo he
vendido todo a muy mal precio, mas que para la única mujer que amo yo. La única
mujer con la que me acostaría, para después dormir con ella al lado.
Nuestro compartir es nuestro, y es casualidad que hayamos
elegido el mismo modo. Casualidad que yo sea de rubias y listas, y ella de
flacuchos rarunos. Coincidimos en el ver, el oír, en el gusto (a tacto
lingüístico), hasta en el oler, pero en el que más, en el tocar. Ella quiere
que la toque con mis manos destrozadas de hombre viejo, que la acaricie allá
donde la toque, y culmine besándola en la punta de la nariz. Que me enrede de
su pelo, y que acabe colgando de él en un vuelo acrobático. Eso es amor, y eso
es lo nuestro. Con todos los desajustes, cambios de aceite, explosiones, quema
de rueda y hasta se nos agotó el limpiacristales, aun con todo, nos quisimos
querer como quisimos, es decir, no sólo queriéndonos, sino enamorándonos cada
día que pasa más todavía. Seguiremos yendo al taller, para ajustarnos de nuevo
el uno al otro, pero eso ya lo veremos. "Caballero, hasta el fin del mundo". Habrá
gasolineras donde repostar.
Cada vez me gusta mas leer tus escritos, cada palabra, cada punto y cada coma, la leo cn pausa y sintiendo cada cosa, me encanta esta entrada ya que hablas des de el corazon (mayoritariamente en todas las entradas, pero en esta mas...)Sigue asi y nunca canvies tu forma de escribir, ni ha peor claro, cada vez mejora por momentos...xD
ResponderEliminarEs ist, Adrian, Es ist!
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