Ambos sabemos que no vas a leer esto. Quizá tardes un par de párrafos más, pero entonces cerrarás la ventana del blog y, simplemente, te pondrás a hacer otra cosa. Evidentemente, es culpa mía. Totalmente culpa mía.

sábado, 27 de octubre de 2012

Abdulai

Voy a contar una anécdota real. El otro día bajé a fumar, entre pensamientos y algo más,  y me di un pequeño paseo; iba a sentarme en el mismo banco que el uno de febrero de este año. Llegué y me encontré que estaba ocupado por un hombre negro que tenía a su lado una mochila enorme. Me senté en un banco enfrente de él y le di las buenas noches, a lo que me respondió lo mismo en un imperfecto castellano. Pasaron unos segundos y decidí ponerme a su lado y preguntarle. Se llamaba, o se llama, Abdulai (así lo pronunció él), y acababa de llegar a Castellón buscando trabajo. Su familia estaba en Mali, y estaba completamente solo. Me presenté y le di la mano. Las suyas eran enormes y con un par de gruesos anillos en el mismo dedo. Me preguntó qué tal estaba, y le fui sincero. Le dije que estaba mal, y él se rió. Le conté mi problema de forma muy resumida, a lo que él no supo bien qué contestarme. Sonreía tenuemente. Le dije que si le molestaba, que le dejaba en paz, y me dijo que no hacía falta. Le ofrecí la cena que yo no me iba a comer, pero me dijo que no, que ya había comido. Hubo bastante silencio, y le dije que el hecho de que buscara trabajo le honraba como persona. Me acabé el cigarro, le di la mano y le dije que le dejaba en paz –en el sitio en el que iba a pasar la noche-. Él me dio las buenas noches de nuevo, me dio la mano y le deseé mucha suerte, que la cosa está difícil.

Este hombre me dio una lección como nadie me ha dado nunca, quizá por el momento en el que  me pilló, o quizá porque necesitaba algo así hacía tiempo. “Adrián, no hace falta irse muy lejos para encontrar a alguien que las está pasando mucho más canutas que tú, y te estás quejando muchísimo más que él”. Abdulai estaba completamente solo. Completamente solo. Y yo había bajado a la calle pensando que me estaba quedando solo, sinceramente. Pero gracias a él, he contenido en cierta manera mis rabietas antisociales y he apreciado a quien me rodea. Y otra cosa: hay gente que lo está pasando mucho peor que yo. Gracias, Abdulai.

2 comentarios:

  1. te ho dic enserio, se me han caigut un parell de llagrimes al llegir l'entrada.
    Ara, sempre que em trobe fotu, pensaré en aquesta bonica historia.
    Te estaré eternament agrait! GRACIES i ho senc molt.

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  2. ¡Casi lloro Adrián! Me has tocado la vena más sensible. Hace unos días viví una situación parecida con una mujer marroquí que conocí en el bus y que llevaba años sin ver a su hija ni a su familia, y también me marcó muchísimo. Porque es entonces cuando te das cuenta de que lo tuyo, comparado con gran parte del mundo, no es tan grave.

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